Si es un libro amado y los escritos se hicieron sin
nuestro consentimiento, la ofensa podría dirimirse en un duelo a pistola y a
quince pasos…no menos…
Pero si es un libro antiguo, la apreciación cambia.
De esto hablamos en nuestra “entrada” anterior.
Hoy agregamos, como dato curioso, que las
anotaciones del presunto inventor del término (“marginalia”) Samuel
Coleridge, eran tan famosas que sus conocidos competían por prestarle sus
libros a fin de que él hiciese las notas marginales.
Incluso la costumbre de regalar un libro previamente
“marcado” era muy bien vista hasta avanzado el siglo XIX.
Propongo retomar esto último.
Regalar libros subrayados, escritos al margen, con
nuestra subjetiva opinión…y que le guste a quien le guste o le disguste a quien le disguste…
No hay comentarios:
Publicar un comentario