Ser enterrado vivo es una de los disgustos más grandes que uno podría tener… Mucho peor que la visita inesperada de una suegra o el despido sorpresivo de un buen empleo.
Muchos films merodearon esta temática, incluso algunos de estreno reciente: “Enterrado” (“Buried”, 2010).
Yo propongo no olvidar al clásico Edgar Allan Poe en “El entierro prematuro” y su introducción en donde aclara que un tal Jullien Bossuett viajó hasta el pueblito de su amada sabiéndola muerta, sólo para tomar unos cabellos de ella. Debido a que llegó a destino ya muy entrada la noche pero sin estar dispuesto a perder un segundo, arremetió con su propósito en la oscura clandestinidad como cualquier profanador de tumbas. Lo que sucedió fue que, acometiendo la tarea, su novia “resucitó” o, acaso, la salvó de un entierro que no correspondía. Yendo a buscar un cabello, se quedó con toda ella por largos años.
En la realidad siempre me constriñó el alma aquel episodio de la muerte del locutor Hector Coire. Muere en Uruguay a principios de la década del ´70 y, según algunos, según alguna leyenda urbana y poco probable, sus empleadores decidieron que fuese trasladado de inmediato a Buenos Aires. Lo meten en un féretro y, manos a la obra con la empresa. Cuando llegan, constatan que había estado vivo, sus terribles signos de desesperación que prefiero no describir, estaban a la vista…
Nota: algunos otros films que recorrieron esta temática son “Enterrado vivo” (1990), “Kill Bill, La venganza” (2004), “Doble riesgo” (1999), “Millennium 2” (2009), “Cuentos de la cripta” (1989-1996), “Entrevista con el vampiro” (1994) “V-Invasión extraterrestre” (1983-1985), entre tantos…
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