Como nadie quiere resignarse a una ausencia que parece, en principio, eterna, no queda más al ser humano que intentar la conservación de lo que resta.
Quedarnos con el cadáver, “inmortalizar” de alguna manera lo que está muerto. Guardarnos los restos “conservándolos” de alguna forma.
Lo egipcios fueron la vanguardia de estas costumbres e intentos quienes, como bien sabemos, edificaron tumbas que bien podrían semejarse a palacios.
Luego vimos que esto de enmomiar también se les ocurrió a otros con menos prensa o con menos leyenda difundida.
En el cine, las viejas películas de “La momia”: “La momia”, 1932 protagonizada por Boris Karloff, “La momia”, 1959 protagonizada por Christopher Lee, “La momia”, 1969 dirigida por Shadi Abdel Salam, superan ampliamente en espíritu a las infantiles de la misma temática pero más recientes protagonizadas por Brendan Fraser (1999).
Por otra parte, la gran obra de Hitchcock, “Psicosis”, es un film superlativo a la hora de querer conservar lo que no debería conservarse.
Literariamente hablando hay mucho también, a mí siempre me gustó el cuento de William Faulkner “Una rosa para Emily”. No resisto la tentación de transcribirles un fragmento:
“El hombre yacía en la cama.
Por un largo tiempo nos detuvimos a la puerta, mirando asombrados aquella apariencia misteriosa y descarnada. El cuerpo había quedado en la actitud de abrazar; pero ahora el largo sueño que dura más que el amor, que vence al gesto del amor, lo había aniquilado. Lo que quedaba de él, pudriéndose bajo lo que había sido camisa de dormir, se había convertido en algo inseparable de la cama en que yacía. Sobre él, y sobre la almohada que estaba a su lado, se extendía la misma capa de denso y tenaz polvo”.
En nuestro país tuvimos y acaso tenemos alguien a quien no dejamos morir jamás. Una hora antes de que falleciese Eva Perón, el propio Perón ya había convencido al Dr. Pedro Ara para que hiciera el trabajo de conservación perpetua de su cadáver. Ara no realizó un embalsamamiento común sino un trabajo inédito en su época. La conservación del cuerpo de Evita, Jefa espiritual de la Nación, supuso la preservación de todos sus órganos. Para ello trabajó un año entero durante horas, todos los días…
Después siguió una leyenda macabra que tiene más de leyenda que de realidad.
No obstante, esta foto del Dr. Pedro Ara con su obra no deja de causarme pavor:
No hay comentarios:
Publicar un comentario