lunes, 11 de julio de 2011

Cenizas volcánicas y argentinidad, un cocktail fatídico para el alma.

 Desde hace unos meses tenemos a un paso después de la frontera, un volcán en actividad. Ya se sabe, no es un simple volcán, es una falla volcánica, algo así como un tajo de diez kilómetros a fuego y ceniza.

  Afecta a todas las ciudades del centro y sur del país con sus cenizas. Las localidades cercanas presentan imágenes desoladoras porque la ceniza ha caído y todavía cae en forma de lluvia espesa y gris.

  En el resto, la situación es más leve.

  Yo imaginé, ingenuamente, que no iría a llegar a estas playas, pero, aunque el territorio es grande, inmenso, y aunque estoy lejos de la cordillera sobre la costa atlántica, los vientos y el capricho de algunas nubes que no acompañan la rotación de la tierra sino que se hacen las locuelas como esas corrientes marinas que van a contramano de todo, nos pusieron bajo el área de la ceniza.

  Es la segunda vez en estos meses.

 De pronto, Mar del Plata, la “Perla del Atlántico”, la turística, la lumínica, la obligadamente jocosa Mar del Plata, apareció cubierta de grisura.

  Nos sorprendió o nos dejamos sorprender, ayer por la noche. Los automóviles se veían como si todos sus dueños fueran unos despreocupados, las calles como si nunca ninguna lluvia las lavara jamás, las entradas a cada casa como si nadie se encargara de ellas nunca, nunca.

  Ceniza volcánica, pero ceniza al fin, la siempre triste ceniza de los presagios que no queremos comprender. Ceniza de los cielos, ceniza desde el vientre del mundo llegando por el cielo. Mirar la ciudad es como ver las habitaciones de la casa dejada por un pariente muerto hace años. Como si todos hubiéramos abandonado la ciudad hace mucho.

  Para los argentinos, nostálgicos y tangueros, la ceniza puede ser un condimento fatal para el alma.

  De pronto, se nos vienen, de nuevo, todas las tristezas inmensas de este mundo…

2 comentarios:

  1. Lo más triste para mi fue ver al magnífico sol del invierno marpla, ese sol del atardecer gigante sobre las sierras rebajado a simple pelotita brillante...y tampoco tanto...se podia mirar directamente sin ninguna dificultad...uff...que triste!

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  2. Es cierto, el sol se podía mirar impunemente...

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