Uno de los detalles que fascinaron a los jóvenes lectores de Rowling fue la proliferación de retratos vivientes. Los cuadros mágicos que aparecen en la saga Harry Potter no descansan un instante, el artilugio se extiende también a las fotografías de los periódicos que los magos suelen leer, a las fotos familiares, a las postales, etc…
En las versiones cinematográficas, algunos muros interiores se parecen a esos negocios que hoy venden televisores y llenan una inmensa pared con los artefactos funcionando en distintos canales para embriagar y conquistar al comprador…
En las versiones cinematográficas, algunos muros interiores se parecen a esos negocios que hoy venden televisores y llenan una inmensa pared con los artefactos funcionando en distintos canales para embriagar y conquistar al comprador…
Nadie puede asombrarse de que esta obra tenga sus antecedentes hasta en sus mínimos detalles, es el derecho que otorga el valor de la “intertexutalidad”.
Digamos que Rowling no ha inventado los vuelos con escoba aunque les adicionó un elemento deportivo que los hizo contemporáneamente interesantes y así con todo…
Adjunto un par de antecesores en lo que se refiere a “cuadros que se mueven” aunque no dudo de que existan mejores y más antiguos:
“Vio al antiguo señor salir del cuadro y saltar al suelo. Antes de empezar a hacer nada, el astuto viejo agudizó el oído para ver si los dos hombres estaban dormidos. Cuando comprobó que todo estaba tranquilo, alargó la mano, agarró la botella de whisky y se la bebió toda…” Sheridan Le Fanu “El fantasma y el ensalmador” (escrito entre 1839 y 1872).
“En aquel instante, el retrato de su abuelo que colgaba sobre el banco donde se habían sentado, lanzó un profundo suspiro y agitó el pecho…” Horace Walpole “El castillo de Otranto” 1764.