Viy (1967) |
La semana finaliza con una reflexión sobre el miedo.
El miedo, ese “sentir” tan personal. Cada persona podría hablar de sus propios miedos. A cada persona le causa un temor profundo algo distinto, el miedo “detona” en el alma por causas diversas y se expande generalmente de manera incomprensible por cuestiones aún más incomprensibles.
Esto lo vuelve aún más terrible. Cada uno tiene un miedo para sí mismo…
Por ello, sería difícil seleccionar cuál sería la narración de terror que más hiciera efecto en el lector o cuál sería el film más aterrador.
Cada lector, cada espectador y cada persona en general teme por cosas que para otros no significan tanto, a veces tememos cosas que para los demás podrían resultar hasta irrisorias.
El buque maldito (1974) |
Por mi parte no dejo de ponderar a Lovecraft, Poe, Stephen King, digamos los clásicos del género, pero hay narraciones que pudieran calar más hondo en los demás.
Más allá de mis pocas o muchas lecturas, estoy convencido de que la historia de terror que más miedo me causó y aún me causa, fue una anécdota que una adolescente me contó al pasar. Una breve historia real (acaso por ello mismo más temible) a la que la narradora no daba importancia y que a mí no deja de causarme desvelo aún hoy…
La historia fue contada más o menos así: “Mi tío trabaja desde hace once años en una funeraria y jamás debió quebrar los huesos de ningún muerto para acomodarlo en el féretro. Él les habla bajito para que los muertos se vayan relajando y así, poder moverlos con facilidad.”
En mi espíritu, esta anécdota resultó fatal. Es que la misma supone tres conceptos terribles: el primero es que los empleados de las funerarias nos harán un destrozo para colocarnos estéticamente a la vista de nuestros deudos, el segundo es que escucharemos lo que sucede a nuestro alrededor, lo tercero es que esta escucha nos dará plena conciencia de nuestra situación la cual no es otra que pasarse el resto del tiempo adentro de una espantosa y oscura caja.
Dr. Tube (1915) |
Miedos, miedos en el alma, miedos personales que parecen, a veces, invencibles. Latentes, malignos, dispuestos miedos que nos acompañan sin descanso…
Gracias amigos lectores (y hermandad de seguidores), por acompañar esta “Semana del terror” en “La comedia terminó”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario