Los viejos periódicos tenían una seriedad especial.
Para los que éramos niños, cuando fuimos niños, el periódico era una cosa sería, era algo de grandes. Acercarse al periódico era como ingresar, silenciosamente, a un territorio donde sólo entraban los iniciados…
Por ende, leer uno era una especie de rito de iniciación doméstica que tenía algo que ver con el inicio de la adultez.
Cuando dejábamos la última página de las historietas y comenzábamos a mirar su interior es que habíamos comenzado a ser grandes…
Hoy ya no saben cómo enseñárselo una y mil veces a los niños. Los escolares están hastiados del periódico. Los entiendo absolutamente. De hecho he conocido “magníficos” alumnos adultos que aprendieron de la “sección policiales” algunas técnicas para delinquir…
¡Qué lindo!
Pero los diarios de antes tenían su “certo non so che” a decir de los italianos.
Cuando comenzaron novedades de presentación en los periódicos tradicionales (por “estos lares” en la década del ’80) a saber: formatos más pequeños, algunas fotografías a color, secciones “alocadas”; mis padres desconfiaron, sentían que aquello no podía ser muy serio.
Pero era el futuro nomás. El futuro que había llegado.
Era una nueva “época de oro” para el diario de papel…
Hoy, numerosas actividades pasaron por una crisis y se quedaron con sus seguidores específicos. La historieta, al ser superada tecnológicamente por el cine y la televisión, sólo es sostenida por hacedores y lectores fieles. La fotografía tradicional siendo desplazada por la digitalización y el celular que toma fotos, quedó relegada a sus cultores.
Pues parece que con el diario pasa algo igual. No es nuestro afán profetizar pero, las innovaciones que presentan los periódicos podrían ser muestras de “ayes” de herido y no rozagancia de buena salud.
¿Qué quiero decir?
Que, a diferencia de lo que pensaba yo ingenuamente, los anexos y “regalos” y opciones que traen nuestros diarios cada día, lejos de ser porque andan bien es porque andan mal.
Según los análisis de mercado, se observa la posible “muerte” del periódico en formato papel y, por ello, ofrecen por ejemplo, los lunes el “cd” de una colección de jazz, los martes el fascículo de “animalitos del mundo para niños”, los miércoles el libro del último escritor que se nos murió y así…
Yo tengo la esperanza de que el mundo lea masivamente el diario "online" y que la versión en papel retome la apariencia del viejo diario, de ése que era cuando éramos chicos, el diario de poca imagen y mucha letra, en blanco y negro riguroso, grande, pero que podía plegarse hasta hacerse pequeño, el que valía centavos…
Son esperanzas, ingenuas, pero esperanzas al fin…