Me tomé unos días para escribir
sobre la inesperada partida de la escritora Liliana Bodoc…
En este lugar del mundo, muchos la conocimos personalmente y eso,
aumentó la profundidad de la tristeza.
Muchos la conocimos, la
conocimos muchos personalmente porque tenía esa grandeza, esa delicadeza de
espíritu de ponerse a hablar de literatura con cada persona que la abordara y a
todos, sin excepción les dedicaba el tiempo que fuese necesario. No era extraño
que los que iban a escucha a Liliana
Bodoc, fueran luego escuchados atentamente por ella…
Creo que nadie encontrará una
dedicatoria de su puño y letra igual o parecida porque para cada lector
encontraba las palabras justas y distintas…
Hay mucho, pero mucho más para
decir de ella pero lo han dicho, lo están diciendo y lo dirán otros con mejor
voz que mi voz que ahora está herida por la tristeza…
"No digo
adiós.
Ustedes se irán.
Yo permaneceré, reinventando el recuerdo de lo que han sido.
No digo adiós, aquí me quedo para contarlo todo.
Dice adiós la lechuza, el hombre y la piedra.
Yo no lo digo.
Debo permanecer y recordar al hombre, la piedra y
la lechuza.
Yo no me olvidaré de ninguno de ustedes,
parte en mi rueda, balsas y colores.
No me olvidaré de nada ni de nadie
pues no puedo olvidar lo que me constituye.
Adiós, dirán. Y yo no diré nada.
Cuando todos se alejan, se queda la memoria sentada
en una roca,
cuando todos descansan.
Aquí estaré, no digo adiós.
Si pasan junto a mí y me preguntan,
les contaré acerca de lo que fueron.
Si me ven sentada en una roca, componiendo mis
versos,
acérquense y pregunten.
Yo voy a responderles.
Pero luego no les diré adiós.
Porque, quieran o no, se quedarán conmigo."
“Los días del fuego”, Liliana
Bodoc