Mi escritor amigo Quique Sbareglia, quien se define
siempre a sí mismo como:"poeta menor, espadachín frustrado y amante
imaginario de las mujeres más bellas", y a quien hace mucho no cito ni refiero, me comentaba a tono de
confesión (los diálogos con él son siempre confesionales) que envidia de qué
modo algunas personas hacen lo que no está bien.
Ante
mi asombro, dio su ejemplificación:
La inconfundible cara de placer de aquellos que dan una profunda pitada a un
cigarrillo, sin ir más lejos...
La
charla derivó en una diatriba contra el higienismo actual, una charla incorrecta
en todo sentida, ponderadora de cosas muy reprochables, pero que las dejo a la
imaginación de ustedes, puñado de lectores entusiastas.
A modo
de orientación y para salvaguarda de cualquier curiosidad incómoda, les puedo
asegurar que todo lo que imaginen es cierto…
Imagen de Brydie Mack |