miércoles, 9 de mayo de 2012

Tres “reflexiones troyanas”. Tercera (y última):



 Y el vino entre amigos puede llevar a discusiones de calibre desproporcionado…

  Está comprobado que una noche de buena comida y buena bebida puede hacer discernir sobre el sentido del universo o sobre lo resbaloso que eran los antiguos botellones de aceite…

y todo defendido y refutado con el mismo fervor…


  Hasta que se habla del bendito “caballo” y que “para qué lo fueron a meter dentro” y “que si no lo metían, hasta hoy estarían los aqueos como pelotudos sitiando Troya” (con perdón del término pero una cita textual es una cita textual)…

   En algún momento, como para apaciguar ánimos, alguien, alguna vez, deslizó la idea de que lo del caballo fue una patraña ficcional y que nunca entró triunfante griego alguno a Troya…sin duda una estrategia que pudo calmar las fieras en una discusión y dejó un momento de mudez que es el fin de cualquier contienda verbal y no tan verbal.

   Lo cierto es que los actuales resultados de los estudios serios arqueológicos no dejan de arrojar dudas del triunfo griego.

   El glorioso Schliemann además de cargarse con cuanto pudo y llevarlo a Berlín para que todo termine en un museo de Londres, no pudo saber que había no una Troya sino nueve Troyas o una Troya nueve veces reconstruida, nueve veces muerta y renacida y que, tal vez la sexta o séptima sería la de La Ilíada.

  Pero no hay rastros de triunfo griego…ni uno…ni uno solito, pequeñito, nada…

  Y mis amigos se silencian porque si hay algo que les gusta es la historia y saben bastante y saben que muchas veces las victorias fueron más propagandísticas que reales…

  El silencio en la tertulia deja en el aire la posibilidad de aqueos que no lograron entrar a Troya lo que supone a una Helena nunca recuperada…y el montaje de una narración grandiosa y monumental que los salvara de la vergüenza…


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