lunes, 7 de mayo de 2012

Tres “reflexiones troyanas”. Segunda:




 Siempre supe que las reuniones de amigos sobreabundadas de libaciones cumplen con el siguiente programa de rigor temático:

  1. Saludos y exaltación de la amistad.
  2. Cantos regionales.
  3. Evocación de mujeres hermosas y no tan hermosas pero recordables.
  4. Insultos al clero y la policía.
  5. Disensiones ridículas que suelen terminan casi a las manos.
  6. Reconciliación y renovación de los votos de amistad.

  No obstante, mi grupo de amigos intercala en el rito, algunas reflexiones culturales.

  A veces sobre Troya…

y dale con el caballo…

  Alguna vez la contienda tuvo como eje  el “porqué” del ingreso del caballo a  la ciudad.

  Por numerosos relatos mitológicos y documentos literarios diversos, sabemos que los troyanos al encontrar el “presente” en la playa debatieron acerca de lo que había que hacer con él.

  Unos proponían abrirle el vientre, acaso los militaristas.

  Otros, decían que lo bueno sería quemarlo, echar las cenizas al mar y ya. Una opción ciudadana prudente.

  Y la casta sacerdotal decía que como presente religioso no se lo debía deshonrar y había que entrarlo a la ciudad…menudo error…

  Por ende, entre mis amigos, los anticlericales (de todo credo) se la toman contra la religión, los sacerdotes y la eclesialidad cualquiera que sea.

Exabruptos de bien comidos y bien bebidos, sin duda…

  Pero, lo cierto es que por una mala interpretación religiosa, el caballo entró…

  Y desató la tragedia…



No hay comentarios:

Publicar un comentario