Siempre supe
que las reuniones de amigos sobreabundadas de libaciones cumplen con el
siguiente programa de rigor temático:
- Saludos y
exaltación de la amistad.
- Cantos
regionales.
- Evocación
de mujeres hermosas y no tan hermosas pero recordables.
- Insultos
al clero y la policía.
- Disensiones
ridículas que suelen terminan casi a las manos.
- Reconciliación
y renovación de los votos de amistad.
No obstante,
mi grupo de amigos intercala en el rito, algunas reflexiones culturales.
A veces
sobre Troya…
y dale con el caballo…
Por
numerosos relatos mitológicos y documentos literarios diversos, sabemos que los
troyanos al encontrar el “presente” en la playa debatieron acerca de lo que
había que hacer con él.
Unos
proponían abrirle el vientre, acaso los militaristas.
Otros, decían
que lo bueno sería quemarlo, echar las cenizas al mar y ya. Una opción ciudadana
prudente.
Y la casta
sacerdotal decía que como presente religioso no se lo debía deshonrar y había
que entrarlo a la ciudad…menudo error…
Por ende, entre
mis amigos, los anticlericales (de todo credo) se la toman contra la religión,
los sacerdotes y la eclesialidad cualquiera que sea.
Exabruptos de bien comidos y bien bebidos, sin duda…
Pero, lo
cierto es que por una mala interpretación religiosa, el caballo entró…
Y desató la
tragedia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario