sábado, 5 de mayo de 2012

Tres “reflexiones troyanas”. Primera:


  En las tertulias etílicas entre amigos, de tanto en tanto, vuelve a aparecer el amaderado tema del caballo…

  Son tan similares las veladas culturales a las “charlas de borrachos”…

  y viceversa…

  Pero el tema es si obró Ulises legítimamente, si fue lícito fraguar un mensaje de paz para esconder guerreros que desataran la tragedia amparados en la noche y en el descuido inocente de troyanos dormidos.

   Los que lo defienden aducen que en la guerra vale todo.

  Los que lo acusan dicen que siempre y en toda guerra hubo códigos de respeto, es una bellaquería transportar armas en camiones de la Cruz Roja por ejemplo. También, dicen que existe cierta caballerosidad en la contienda que fue violada y avasallada.

  Los que lo acusan no dejan de recordar que Dante lo condena al octavo círculo del infierno y Dante no deja de ser una autoridad por más alcohol que haya en cualquier tertulia.

   La verdad es que yo nunca supe bien por qué Dante lo pone en el infierno, el octavo círculo es el de los malos consejeros, no el de los traidores a códigos de guerra implícitos.

  Pero ahí está, para Dante, en el infierno; para la academia, en el paraíso del canon literario; para él mismo, en el Hades donde no recuerda ya quién es ni ha sido; para mis amigos, en el rojo acalorado del vino de los encuentros.



2 comentarios:

  1. Odiseo me cae mal...siempre me caerá mal...le ganó las armas a Ayax que me cae muy bien. Pero hay que felicitarle ciertos ardides: "soy nadie" es para el aplauso y el pobre Polifemo merece la cachetada por crédulo... cosas de la mitología...y los puntos suspensivos...

    ResponderEliminar
  2. En los epítetos está todo: "Polytropos" el de muchos trucos, "Polymetis" el muy astuto... No se lo caracteriza por su honor o su piedad o buena fe (que creo que son conceptos o valores mas romanos que helénicos). Odiseo es un zorro y se lo valora por eso. Y por mucha autoridad que el Canon le haya dado, no le corresponde a Dante juzgar quién está bien y quién está mal. La tradición popular siempre premia al astuto, no al asceta.

    ResponderEliminar