viernes, 8 de abril de 2011

Crítica de refranes IV. “El pez por la boca muere”.

Y el refranero se la toma contra los peces…

  “El pez por la boca muere”. Esto supone la lección para aquellos que hablan de más. Pero la imagen es poco apropiada.

  Yo no tengo noción de que los peces sean grandes habladores.

  No son muy elocuentes los peces…

  Mueren por la boca en tanto y en cuanto les sirvamos una tentadora lombricita con un anzuelo mortal. De lo contrario morirían de viejos. Y, aun así, si luego de pescarlos los arrojamos al agua, seguirían vivos aunque medio mutilados porque la verdad es que se mueren de asfixia en la cubeta de todo buen pescador.

  Para el caso podríamos decir “Las suegras por la boca mueren” si les ofreciésemos a cada una de ellas un buen bocadillo envenenado cada tarde.

   Propongo el reemplazo urgente de este refrán. Otro debe haber que aleccione a quienes hablan mucho y sin criterio.

1 comentario:

  1. Pero ocurre que en ningún momento se indica que la boca por la que muere el pez sea de él.

    Veámoslo de otra forma: la boca por la que muere el pez es la de una pecesita que se niega a besarlo´; ó peor aún, la boca por la que muere es la de una ex novia que habla de las pocas virtudes de éste, quedando en ridículo con el resto de su entorno, lo que deriva en un soponcio del pobre pez que encima de abandonado es difamado.
    Pero no te preocupes, del soponcio se vuelve sin mayores tratamientos.
    Así que no se muere.
    Y las suegras tampoco crepan, porque "yerba mala nunca muere"

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