Hace días que no me abandona la melodía del tango “El último café”. Esas cosas caprichosas que tiene el cerebro. Se ve que resonó en algún lado, la recordé y me sigue.
De ahí que vengo ahora a dedicar unas líneas al “tango trágico”. Porque hay tango de todo tipo, pero algunos son bien trágicos. Cada persona que guste de estos sabores apreciará los suyos. Yo dedicaría un instante, como dije, a “El último café”.
Me detengo para saborear mejor los siguientes versos:
“Miro la garúa, y mientras miro
gira la cuchara de café...
Del último café…"
gira la cuchara de café...
Del último café…"
Ese “Del último…” es una aclaración rotunda y fatal.
Y luego:
“te escucho sin que estés:
‘Lo nuestro terminó’ "
‘Lo nuestro terminó’ "
Es decir, ya no hay nada más que aclarar…
Y sigo sufriendo con:
“Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido,”
Y finalmente, lo sublime, la postura estoica ante lo irremediable, la resignación digna ante la felicidad que no existirá jamás:
“Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie...”
El final, final, es de alguien que tiene la nobleza en el alma con mayúsculas, aceptó que la otra persona no la ama, que va a partir, no obstante y a pesar de que su presencia, la presencia del ser que ama pero que no corresponde a su amor, es seguramente, toda una tortura, le ofrece el último café.
“Llovía, y te ofrecí, el último café.”
Un brindis (con café si se quiere) por esta maravilla del amor trágico.
"Llega tu recuerdo en torbellino.
Vuelve en el otoño a atardecer...
Miro la garúa, y mientras miro
gira la cuchara de café...
Del último café
que tus labios, con frío
pidieron esa vez
con la voz de un suspiro...
Recuerdo tu desdén,
te evoco sin razón,
te escucho sin que estés:
"Lo nuestro terminó",
dijiste en un adiós
de azúcar y de hiel...
Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido,
que el vértigo final
de un rencor sin porqué...
Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie,
medí tu vanidad
y entonces comprendí mi soledad
sin para qué...
Llovía, y te ofrecí, el último café."
Vuelve en el otoño a atardecer...
Miro la garúa, y mientras miro
gira la cuchara de café...
Del último café
que tus labios, con frío
pidieron esa vez
con la voz de un suspiro...
Recuerdo tu desdén,
te evoco sin razón,
te escucho sin que estés:
"Lo nuestro terminó",
dijiste en un adiós
de azúcar y de hiel...
Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido,
que el vértigo final
de un rencor sin porqué...
Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie,
medí tu vanidad
y entonces comprendí mi soledad
sin para qué...
Llovía, y te ofrecí, el último café."
Música:Hector Stamponi.
Letra: Cátulo Castillo
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