Un gran amigo y gran escritor J.P. Cozzi sostiene que la “sensación térmica” se calcula mediante la apreciación peregrina (y no por eso menos acertada) de un señor algo gordo que sale a la puerta del Servicio Meteorológico y dice qué sensación tiene…
Yo sostengo que cuando hay un corte en el suministro eléctrico se debe a que alguien hizo “clic” en una llave de luz que no correspondía o bien se llevó por delante algún enchufe.
Lo cierto es que antes de ayer: 28/04 se produjo un corte de energía eléctrica (de luz como se suele decir) en Mar del Plata, Miramar, Necochea, Santa Clara, Quequén, Lobería y otras ciudades y/o pueblos que me disculpo omitir.
No se sabe hasta hoy, muy bien, el porqué, pero no es lo que me desvela; pongamos por caso que ocurrió por la caída de una antena, un sabotaje, falta de mantenimiento, un ataque extraterrestre, lo que sea.
El tema es que, en la ciudad en que vivo, a las 19: 45 hs. aproximadamente se apagó literalmente todo, pero no sólo la energía de los hogares sino todo, todo de todo, no andaba ni el más humilde de los semáforos.
Entonces, y aquí viene nuestra genialidad nacional: todas las instituciones cesaron sus actividades, todos los comercios cerraron sus puertas, todas las empresas terminaron su jornada laboral, todos los colegios suspendieron sus clases y todo, literalmente, se detuvo y lanzó a la calle a empleados, estudiantes, comerciantes, madres, padres, tutores y encargados, ladrones, amantes clandestinos y lo que se pueda o no se pueda imaginar. Todos fuimos al "afuera" tratando de llegar a nuestros hogares o tratando de llegar a algún lugar que no era el lugar en donde estábamos...a la sola luz de las lejanas estrellas y de los enloquecidos automóviles...
Por lo tanto, la ciudad entera cobró un brío desenfrenado. Seiscientas mil personas tratando de ir a alguna parte al mismo tiempo pero a ciegas.
¡Bravo!
Mi imagino que lo mejor hubiera sido que, ante ese caso, nos quedáramos un ratito en donde nos encontrásemos para luego, despacio, intentar llegar a casa.
Pero chocamos en las calles como ciegos debutantes. Quiero decir como ciegos que recién comienzan a ser ciegos.
Un estúpido desmadre.
Me dio la sensación de que si cada uno hubiésemos tenido una Katana o un mandoble hubiéramos tratado de alcanzar nuestro destino a puro sablazo.
Todo para llegar medio mutilados a nuestros hogares y todo para que luego de que hiciéramos una sopita a la luz de una vela, la energía retornara.
Nota: La referencia literaria es el cuento de García Márquez: “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”. El sol del mediodía del cuento de Márquez fue tan enceguecedor como la noche marplatense.
A mi me encantan los apagones. En ese momento en que la mayoría se pierde y, como dice bien el doctor, salen desesperados como ciegos nuevos que son, yo me encuentro tan a gusto que con bella calma salgo a la terraza de mi casa para apreciar mejor la oscuridad y sus límites. Después, con una calma renovada (saber que se comparten las sombras las hace menos solitarias) bajo hasta la cocina, pongo la pava, prendo unas cuantas velas y ahí sí: como la Historia manda, me pongo a leer un libro. Cuando era más chica y la hiper nos cortaba la luz todos los días, mis viejos sacaban el Estanciero o la generala o lo que hubiera a mano para entretenernos a mí y a mi hermano pero con el tiempo le fui agarrando el gustito a esta ceremonia eterna: leer a la luz de las velas, que los ojos ardan, que a la memoria lleguen esos monjes medievales, esas ventas de letra quijotesca...
ResponderEliminarTiene razón doctor, la gente salió como tábano sin cabeza...pero a mi me gustan los apagones