Desde hace pocos años, unos pocos, podemos encontrar en las librerías una creciente serie de obras infantiles modificadas para encajar en un discurso de igualdad de género e ideas “políticamente correctas” por decirlo de algún modo breve y claro. Cito al diario español El País del 16 de enero pasado: “Una Caperucita sin miedo y con conciencia ecológica, Hänsel y Gretel sin abandono paterno y sin bruja (¿también sin azúcar?), Ratoncitas Pérez, Reinas Magas, una Blancanieves independiente que comparte piso con mineros y otra que “ayuda” a los enanitos en las tareas del hogar…”
La nota periodística se pone en un lugar crítico que, a decir verdad, comparto: dejemos las producciones literarias tradicionales como están. Son testimonio de un mundo y de una época. Si las concepciones culturales cambiaron, pues bienvenido sea el cambio y que ese cambio nos depare nuevas mitologías, nuevas literaturas, nuevas creaciones y producciones culturales de todo tipo. Estas modificaciones de los antiguos clásicos parecen una subestimación de las capacidades creativas humanas.
Con una mano en el corazón: ¿no les parece que el título “Las tres cerditas empoderadas” está más cerca de la parodia ridícula que de la creación de una narración literariamente valiosa?
https://elpais.com/mamas-papas/2021-01-16/por-favor-dejen-en-paz-a-los-clasicos-de-la-literatura-infantil.html?event_log=oklogin
Vivimos en un tiempos en donde está prohibido leer. En donde está prohibido volver al pasado. En donde hay autores a los que se los censura, se los modifica, se los silencia. En éstos tiempos hay palabras que no se pueden decir, frases que no se pueden pronunciar, lecturas que no se pueden compartir. Seamos sinceros, vivimos en tiempos de una Verdadera Inquisición.
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