viernes, 8 de junio de 2012

La anécdota formidable I




  Es mi intención dar inicio con este título a una serie de entradas.

  No necesariamente seguidas sino caprichosas y esporádicas, así, acordes con el espíritu de este blog. Algo parecido a la serie Mito e Instante que trata de fotografías especiales de algunas personalidades y de las que publicamos una de tanto en tanto.

  Vale decir que, esencialmente, no podemos acreditar todas las certezas del relato, pero que se tratará de ser muy fieles, es que se me ocurre que la “anécdota” como tipo narrativo es muy amigo de la “leyenda urbana”

  Sea como fuere y lo que fuere, hoy hablamos de Nino Benvenuti, el gran boxeador italiano al que Monzón le arrebatara el cetro en 1970. Obviamente, como en la mayoría de las historias de los grandes boxeadores, una derrota importante supone que la estrella comienza irremisiblemente a menguar.

 Y así fue con Nino.

  Hace muy poco escuché  a un afamado relator de este deporte quien aseguraba que Benvenuti, toda vez que podía (y que no eran pocas), iba a ver pelear a Monzón…y lo filmaba…filmaba toda la pelea y todas si fuese posible. Era para verlo perder, quería filmar la caída de quien lo venció.

  Acaso, en su deseo de dios derrotado soñaba con apropiarse del oprobio de su contrincante a manos de otro para poder, en la soledad de su casa, solazarse una y mil veces.

  Pero esto nunca ocurrió, cualquiera sabe que Carlos Monzón se retiró invicto.

  Benvenuti condujo alguna vez, un programa de televisión y recibió a Monzón en un par de oportunidades. Fueron amigos y Nino visitó a Monzón  en las horas más desgraciadas de éste como prueba de amistad y portador de consuelo.


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