La
producción cinematográfica se pone temática por momentos… Ahora es el turno de
hacer de nuevo los cuentos infantiles, pero
para los infantes de aquí y ahora…
“Espejito, espejito”, memora la
versión de La bella durmiente,
“Blancanieves y el cazador”
en este momento, retoma la temática que ocupa las pantallas como lo hiciera en
otros años la multiplicada Caperucita
(“La verdadera historia de caperucita
roja”, “La chica de la capa
roja” por citar algunas).
En
principio, mi primer movimiento del alma fue el de rotunda oposición. Los
cuentos infantiles deben conservarse como tales. Estas versiones siglo XXI
pecan de eso, de ser exageradamente versiones de clásicos infantiles al modelo del siglo XXI.
Pero a poco
de andar, cambié de parecer.
Parece que
no soy capaz de mantener mis convicciones…
Es que
recordé que en un texto épico de origen hindú Padmavat (1540), aparece, acaso por primera vez, el
diálogo de una reina, Nagamati quien le pregunta, no a un espejo pero sí
a un loro, quién es más bella, si ella o Padmavati…
Supe también,
en algún momento, que hay una versión de Blancanieves albanesa, de tiempos medievales en la que la protagonista vive
con cuarenta dragones y su sueño es causado por un anillo. En esta versión, las
hermanas celosas son quienes tratan de matarla
y no la madrastra.
Hay otras
versiones perdidas y no tan perdidas pero sí desestimadas en las que los enanos
suelen ser ladrones y el espejo está reemplazado por el sol y la luna… Sin
olvidar la obra del siglo XVI de Giambattista Basile, Pentamerone, en donde una
niña llamada Lisa o Talía se clava un peine mágico y cae
inconsciente para despertar en la adolescencia en su tumba de cristal o de
terciopelo…
La versión
alemana recopilada por los Grimm, previo paso por la pluma del señor Perrault,
es publicada en 1812, en esa primera edición la villana era la madre, pero como
la idea no era digerible para la época, reconvirtieron la figura de la malvada
y ya en la edición de 1857, la madrastra es la villana en todo su esplendor.
La historia
ha sufrido variantes a lo largo de la Historia…
Acaso los
padres de antaño, esos que leían en la cama a sus hijos, también hacían
variantes caseras al relato. Es muy posible que las variaciones respondiesen al
gusto del niño que debía dormirse.
Tal vez, al
fin y al cabo, estas "algo antipáticas" versiones cinematográficas no sean más
que nuevas versiones del relato, la misma historia que ya no es tan “la misma”
contada una y otra vez transformándose siempre…
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