Mancias, es decir métodos para adivinar o conocer o “robarle” a Dios el futuro, hay muchas. Cartomancia, necromancia, quiromancia, ornitomancia entre tantas otras.
Todas ellas se basan en una conjetura más o menos similar: nuestro destino ya está pautado, sólo tenemos que averiguar en dónde está escrito y cuál es el código que debemos descifrar para leerlo…
Julio Cortázar prefería la “poetomancia”. En una entrevista que se le realizara en 1983 nos transmitía las bases metodológicas:
“Hay un viejo juego, que yo sigo practicando con resultados que me asombran, que es lo que alguien llamó la ‘poetomancia’. O sea, tomar un libro de poemas, cualquier libro de poemas, cerrar los ojos, abrirlos y poner el dedo en un verso y leer ese verso; es impresionante la cantidad de veces que en mi caso, me iluminan un futuro inmediato o me aclaran un pasado o me muestran cuál es mi presente, entonces, ¿cómo no creer en el poder del lenguaje cuando ese simple juego se vuelve una cosa seria?”.
¿Puede la poesía darnos la clave de nuestro devenir?, ¿puede aclararnos una tragedia pasada o darnos luz sobre lo que nos está sucediendo?, ¿puede, el simple e inocente método de colocar un dedo a ciegas sobre un verso cualquiera de un poema cualquiera decirnos algo de manera profunda y personal?
Es cuestión de ser inocentes y creer.
Yo le creo a Cortázar…
Un personaje de Silvia Ocampo leía el futuro en los vidrios de un edificio abandonado y yo creo que, a veces, el futuro académico de mis alumnos se les cae de la cara jajajajaja
ResponderEliminarQUEREMOS TANTO A JULIO =)
¿Será "alumnomancia"?
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