Los que fueron niños en las décadas del 60’, 70’ y del 80’ también, esos que leían historietas, se preguntaban por qué todas los hechos fabulosos sucedían en Metrópolis, en Ciudad Gótica o en Washington DC, ¿por qué las cosas que sucedían a nivel de catástrofe mundial no sucedían a la vuelta de mi casa? y, por supuesto, ¿por qué, salvando la Casa Blanca se salvaba al mundo?
Muchos pequeños y no tan pequeños lectores, soñaban con hacer o con que alguien haga alguna vez, una historieta que tuviese una mirada local, propia, cercana.
Pero eso ya había sucedido, en un día como hoy pero de 1957 aparecía en la revista Hora Cero, El Eteranuta, una historia de Héctor Oesterheld con dibujos del recientemente fallecido Solano López.
Por lo tanto, cuando esos niños, por alguna cuestión azarosa o por alguna clave del destino, daban con alguna historieta de Oesterheld, pronto se daban cuenta de que había habido una tremenda invasión extraterrestre y que el superhéroe no era un superhéroe sino un héroe: Juan Salvo quien confiaba en que el heroísmo era una construcción colectiva y que podríamos salvarnos si todos nos comprometíamos a ello…
No en vano, alguna vez, el gran historietista que es Juan Sasturain dijo que quien siendo niño se encontraba con una historieta de Oesterheld, se sentía participe de alguna ceremonia de iniciación de algún tipo…
Nuestro “sombrero en mano” por esta historieta genial que hoy cumple años…
La resistencia se acerca al paso del ferrocarril Belgrano |
La batalla de River Plate está por comenzar |
Nota: La invasión a la tierra era vista desde Buenos Aires y sus protagonistas vivían en una casita del conurbano.
Siempre recuerdo la sensación de leer el eternauta a mis jóvenes 12 o 13: el tipo era un tipo normal y se las arregló con lo que tenía en el taller, ese galpón tan típico para nuestros padres.
ResponderEliminarDe grande me di cuenta que además me había partido el bocho la ilustración, tiene cada perspectiva que vale oro...
Dicen que Solano López dibujaba gente que "existía", y parece cierto.
ResponderEliminarA la luz (o a la sombra) del setentismo reinante, no dejo de admirar de esta obra el aspecto militar. Hay una militarización natural, que parece inconcebible al leerla después de los 70. Tiene que ver con el concepto de resistencia. La resistencia siempre es armada, y una de las mejores cosas de esta obra es el pueblo en armas.
ResponderEliminarSiempre me causó una emoción sin igual cuando bajo la nevada aparecen andando lentamente esos soldados que no son más que los restos de un ejército (acaso un nuevo ejército), en busca de ciudadanos, vecinos, amigos, familiares, que se les sumen a la resistencia...
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