En este espacio ya hablamos de San Valentín. Lo reconocíamos como un santo foráneo. Algo ajeno. Con más ritual de regalería de bombones que de oraciones piadosas.
Me parece que San Valentín arribo a nuestras costas de manos cinematográficas. De tanto ver en películas que los personajes se hacían obsequios de San Valentín.
Pero se nos vino también San Patricio.
No estaba en el santoral que nos dejaron los abuelos, como San Cayetano, Santa Rita o San Benito. Se apareció con bastante vértigo este santo al que no sabemos bien qué pedirle. A San Cayetano: trabajo, a Santa Rita: lo imposible, a San Benito: que nos proteja del mal o del Malo, así con mayúsculas. Es más, sabríamos qué pedirle a San Valentín… pero a San Patricio? Expulsó a las serpientes de Irlanda…
No sé cómo llegó hasta nuestra Argentina, pero sé que hizo furor por tres motivos: El primero es por una empatía natural que tenemos con Irlanda, acaso por el simple hecho de que padecemos la ocupación de una parte del territorio por una nación común. La otra es porque un héroe nacional es de origen irlandés (Guillermo Brown). La otra es por la cerveza.
Ahí está el punto…
San Patricio es el patrono de Irlanda, cristianizó el país, expulsó a las serpientes y todos los irlandeses toman mucha cerveza que a nosotros nos encanta.
La devoción es absoluta.
Todos a rendirle culto.
Y a mí también me parece bien.
No dejemos en el olvido aquella “pequeña gran” novela de Joseph Roth que es La leyenda del santo bebedor.
¡¡Feliz día de San Patricio!!
... digamos que eso de espantar bichos y mamarse para festejar está muy bien!!! Es muy nuestro cheee!!
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