Me tomé unos días para digerir la entrega de los premios 2011. Para digerir la versión televisiva en Argentina de los premios 2011. Vale la aclaración porque cada emisión vista en cada país puede resultar un discurso o una textualidad con matices diversos. No sólo porque los televidentes sean diversos sino porque la emisión puede aparecer con algunas variantes. En cortes y en traducciones sin ir más lejos…
Nada inesperado. Nada ajeno al ritual anual al que estamos acostumbrados. Críticas más o críticas menos a los novatos conductores. Críticas más o críticas menos al despliegue que suele ser o muy humorístico o muy musical depende del año.
Como en misa. Siempre lo mismo.
Nada malo en ello.
Es un premio que la cultura, la industria, la ideología de un país entrega a las producciones propias y ajenas de acuerdo a sus parámetros culturales, industriales, ideológicos y etcéteras.
Es un error de nuestro imaginario creer que se está premiando a la mejor película o al mejor director del mundo.
Se está premiando a la mejor película y al mejor director que los norteamericanos aprecian como tales.
Y no está mal.
Es su opinión, su observación.
Ellos hacen el espectáculo y ellos lo venden.
Y está bien, muy bien.
No por nada, el premio 2010 a la mejor película extranjera fue para “El secreto de sus ojos”. Acaso la más norteamericana de las películas argentinas. Una película excelente. Con muchos guiños locales sí, pero con una estructura, una concepción y un universo diegético al gusto de jurados hollywoodenses. Y, no por nada, “Vivir al límite” (The Hurt Locker) superó con premios a “Bastardos sin gloria” (Inglorius Basterds). “Bastardos sin gloria” es una película superior a “Vivir al límite” por donde se la mire, en aspectos de dirección, de climas de tensión, con un guión magnífico, con un final fuera de la historia de la humanidad, un final al deseo de la humanidad, una joyita de Tarantino, merecedora de muchos premios. Pero había que justificar la invasión a Irak… Y “Vivir al límite” mostraba el sufrimiento y sacrificio de los soldados norteamericanos en esas latitudes, así que le dieron numerosos premios.
Son las reglas del juego…
Esperables ya lo dije. Lógicas. Acaso con algún borrón, por mi parte incomprensible, para el director de “El origen” (Inception).
Ritual festivo de EE.UU. para ellos y, si se quiere, para el mundo. Similar y fiel a sí mismo. Muy parecido al de cada año.
Igual al del año que viene.
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