martes, 5 de julio de 2011

Sadismo y televisión argentina.


 De tanto en tanto, algún programa televisivo muestra una veta sádica en Argentina. 

 Lamentablemente cada vez más seguido.

  Desde hace unos años hay uno llamado “Cuestión de peso” en el que personas obesas se someten a un riguroso tratamiento y, semana a semana, compiten sobre una balanza para ver quién cumplió los objetivos y quién no. Los telespectadores se la pasan a puro morbo disfrutando el palpitar de la marcas de peso en cada gramo perdido o aumentado. Aplausos y abrazos para los que siguen en carrera, llantos culpables para los que no lo lograron y todos frente a la pantalla disfrutando.

  Bastante terrible, pero eso no es todo… A los principales competidores se les pregunta qué manjar es el que más aprecian. Y luego de la confesión, los someten a una salida en la cual eso que les gusta (generalmente postres o hamburguesas o lo que fuere), les pasa de lado y ellos resisten la tentación… o no resisten.

  Y ahí está el tema que queremos tratar.

  Existen conductas evidentemente agresivas, conductas violentas, conductas crueles. Pero cuando se requiere sumisión, cuando se muestra un aspecto benévolo, condescendiente y luego se agrede, cuando se sonríe y luego se muestra fastidio, cuando se acaricia e inmediatamente se golpea, ahí comienza el sadismo.

   No puedo hacer una exégesis del tema, no podría y no es el espacio, pero sí podemos aguzar el sentido en esos gestos de “requerir sometimiento”, de “dar para quitar”, de “maltratar luego de haber tratado bien”.

   Ahora aparece otra “maravilla” local televisiva “Salven el millón”. No se trata de un sorteo que se puede ganar o perder. Es la básica competencia de preguntas con respuestas posibles que pueden otorgar como premio una suma importante. ¿En dónde está lo claramente sádico? En que el millón lo otorgan de antemano y hay que salvarlo, los participantes lo tienen en inmensos fajos, lo tocan, lo manejan. Deben colocar los fajos sobre cuatro respuestas posibles dejando una libre y sólo una de ellas es la acertada. Los billetes quedan sobre pequeñas plataformas cuyos pisos se abren en cada lugar incorrecto y se van perdiendo (cayendo). Los participantes sufren viendo cómo pierden lo que “supuestamente tuvieron” y que nunca o apenas tendrán.

  Sadismo puro. No se compite por algo que todavía no ven, que podría ser un gran cheque a alcanzar sino que, como dije, el dinero lo tienen, lo palpan y están obligados a ir perdiéndolo.

  En este grande y pequeño país,  un millón es algo muy importante para muchos…muchos que inocentemente caen en esa seducción fatal.

  Conductora y productores y miembros del programa parecen disfrutarlo.

  A mí me duele en el alma ver a personas sufrir así.




1 comentario:

  1. En realidad, todos estos formatos son importados. Ni siquiera son ideas nuestras. Y no sé qué es peor, porque en realidad tanto estas cosas como la True TV nos muestran que no somos mejores que un puñado de romanos comiendo pan mientras disfruta del espectáculo en que a otro puñado de esclavos ser destripados por un tigre en la arena del Coliseo.

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