El género “gore” es un género al que no se le puede exigir excelencia o delicadeza cinematográfica. Es un poco el arte de hacer voluntariamente algo desproporcionado, desagradable, extremo. Pero en el caso de este film, lo apreciamos como esos productos de los que uno puede decir que, si la consigna hubiese sido poner el mayor esfuerzo por hacer algo voluntariamente mal, no podría haber salido algo tan malo…
Porque, a pesar de
que muchos críticos no lo digan, “La Sustancia” es un film “gore”, pero pésimamente hecho.
El tema podría haber
llevado a planteamientos existenciales interesantes: el paso del tiempo, la
vejez y la juventud, la psicología de cada etapa de la vida, pero el desastre
cinematográfico impide ese salto. Los pocos planteamientos que propone: el rol
laboral de la mujer, la postura machista en el mundo del espectáculo, las
exigencias del éxito, etc., todo eso se ve tratado de una manera tan elemental
que parece una moralina estúpida.
Pero lo peor del film
no es encontrarse con un “gore”
cuando uno no se lo esperaba, ni tampoco que el “gore” sea un pésimo “gore”,
el problema principal del film es que es tan previsible que agota: ahora viene
cuando la anotician de la sustancia, ahora viene cuando acepta, ahora viene
cuando hace las cosas mal, ahora viene cuando se presenta el problema, ahora
viene cuando llama y ahora viene cuando le contestan lo que sabemos que le van
a contestar…
Las actuaciones son
buenas. Todos profesionales del cine consagrados para unos papeles que no son de difícil ejecución ¡por favor! Se trata de personajes estereotipados
todos. Cualquier actor que se precie de actor puede hacer bien estos papeles.
El final, un niño
pre-adolescente no imaginaría una cosa tan obvia y ridícula…
¡Qué desastre!
Dirige, guiona y coproduce: Coralie Fargeat. Protagonizan Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid entre otros.
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