“La gente es mala y comenta” se suele decir desde antaño. Y, como muchos no tenemos oportunidad de estar ahí presente en donde las cosas suceden y, como claramente, no se puede estar en todo momento en todas partes, pues nos movemos por comentarios. ¿Qué otra cosa es la Historia? Sino un comentario, un decir sobre algo que sucedió expresado por otros (otros que tampoco estuvieron allí, por lo general)…
Dejando de lado estas
reflexiones que podrían hacernos escribir alocadamente, tomamos los comentarios
que dan cuenta de que la gran película de Francis
Ford Coppola, la última que acaba de presentar en Cannes, su obra maestra en la que puso empeños y esperanzas de una
vida, fue abucheada en dicha presentación.
No es de extrañar. Acaso
los creadores ya deberían saber que las cosas suelen ser así y cuando decimos
creadores, decimos cineastas, escritores, músicos y más. En general, la gran
obra, la mejor de cada creador, surge como “al pasar”. La joya creativa es
aquel objeto en el que no tenían ni tantas expectativas ni tantas esperanzas.
En cambio, aquello que se crea con la intencionalidad de “monumento artístico”
suele ser o no tan monumento o un fiasco. Viene a mi mente ahora las esperanzas
de Conan Doyle sobre sus novelas
históricas y su desdén para con Sherlock
Holmes. Sin embargo, nos gustaría conocer a alguien que haya leído alguna
de las novelas históricas de Doyle…
En fin, tendremos que ver “Megalópolis”
(ya el nombre nos da una idea de empeño desproporcionado).
Leímos un comentario que dice: “La diferencia con sus inmediatas predecesoras está en la desmesurada ambición de Megalópolis, una película que pareciera querer decirlo todo sobre el estado del mundo (y para los estadounidenses el mundo suele reducirse a Nueva York) y termina diciendo poco y nada, tarde y mal…” (Luciano Monteagudo). Bueno, es un error recurrente de la visión norteamericana de las cosas. A esta altura de la historia, nos parece tan reiterativo como irremediable. La visión tan subjetivamente estadounidense aplicada a todo ya es asumida con piedad en todos los ámbitos de seriedad cinematográfica y académica en general. Algo similar a la compasión que se tiene por un amigo rengo…
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