Estaba convencido de que la actualidad ya no podía otorgarnos espectáculos como éste. Poco de rarezas queda en todas las ciudades. Los sitios antiguos se convierten en lugares escenográficos, las “cosas perdidas” adoptaron la característica de “cosas perdidas a propósito”.
No obstante, de tanto
deambular, algo aparece, al menos en esta lejana ciudad del sur del mundo.
Se trata de una librería
que parece abandonada, pero no lo está, tiene su horario acotado de atención y
atienden como pueden. Desbordados de libros fuera de control, estantes rotos
por su propio peso y el otoño que también hace lo suyo.
Es indudable que, si
pudiéramos tomarnos semanas para tratar de ver qué hay allí, encontraríamos
obras impensadas, libros que creíamos perdidos para siempre, escritos que ni
sabíamos que existían porque no están registrados ni siquiera en la red.
Un brindis por esto que a
veces se encuentra, que a veces sucede, al menos todavía por estos territorios…
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