Ha
fastidiado tanto mi espíritu la última versión cinematográfica de “Sin
novedad en el frente” que todavía podría dedicarle varios días y varias
entregas, pero trataré de ponerle fin al
asunto.
Podría
hablar de escenas memorables de la novela que fueron omitidas en esta versión y
que habrían sido una oportunidad para destacar algo cinematográficamente
dramático y artístico, pero no hablaré de ello, trataré de hacer justicia con
el personaje de Stanislaus Katcinsky,
Kat, y en su figura con todos los
soldados veteranos de toda guerra.
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Louis Wolheim (derecha), Kat 1930 |
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Ernest Borgnine, Kat 1979 |
Como
dijimos en entradas anteriores, en el film estrenado este año y disponible en Netflix, el soldado Kat no es mucho más que un ladrón de
gallinas y huevos que se ha ensañado con incursionar de manera insistente y
reiterada en una especie de granja modelo en perfecto estado y condiciones
instalada en la campiña francesa ocupada por los alemanes. Porque sepa el amigo
lector que en esta versión cinematográfica, hay en el frente de guerra
edificios en pie, pueblos no devastados y estancias y granjas en perfecto
estado y funcionamiento sobreabundando de animales y granos contrariando lo que
nos dicen los libros de historia, la novela de Remarke y por supuesto sin nombrar la detallada crónica de Junger, “Tempestades de acero”,
para la cual este film no resistiría el más simple análisis.
Y
retomamos la mirada sobre este personaje porque tratarlo de esta manera es
deshonrar el arquetipo que encarna, es traicionar y mancillar el honor y la
memoria de este tipo de personas. Claramente, podríamos comprender que Kat no haya existido como tal, pero
también se entiende que en toda guerra hay y hubo siempre un soldado Kat (ya sabemos en estas tierras que no
hubo un tal Martín Fierro, pero todo
gaucho ha sido y es Martín Fierro). Kat es el soldado que puede o no tener
jerarquía pero su distintivo es ser veterano. Cuando uno llega a la trinchera,
se encuentra con alguien que hace tiempo está allí, que ha sobrevivido a otras
batallas, incluso hay quienes han estado en más de una guerra. Es ese tipo
quien te ayuda a superar miedos, a identificar los ruidos de la guerra, es el
que te dice que si estás cerca de él nada malo podrá sucederte aunque en
realidad te estará enseñando a luchar, te estará enseñando a que el miedo no te
paralice y finalmente te estará enseñando a morir. Es un amigo y a veces un
padre. En este caso es un zapatero de pueblo así como en “Rescatando al soldado Ryan”
el capitán Miller era un maestro de
escuela. Sin duda que el Kat de la
novela de Remarke es un hábil
procurador y rastreador de comida tanto para su sustento como para el de todo
el grupo ya que siempre está buscando alimentos para los demás y si bien se
procura con Paul unos gansos, no se
pasa la guerra robando granjas sino que es hábil canjeando, buscando y
negociando raciones oficiales, y encontrando alimentos allí en los sitios que
fueron devastados por la artillería y en donde todo ha sido abandonado. En el
nuevo film se lo ve como un hambriento sin límites que ya con la guerra finalizada
sale a robar porque se despertó con ganas de desayunar…
Indignante
la presentación de este personaje en el modelo narrativo de los guionistas de
esta versión deshonrando la memoria de esos soldados veteranos que estuvieron
en cada guerra, en las tropas de Alejandro
Magno como en las de César, en
las de Napoleón como en las de San Martín, en las tropas confederadas como en las yankees, en nuestros federales como entre los unitarios, en las del conflicto de Vietnam en el bando que fuere, en Ucrania hoy como en Rusia también. Tratar de ladronzuelo
esta figura es insultarlos a todos.
Y
como ya no creo en la inocencia de nadie, me da a pensar que en esta película,
esa fue la intención…
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