Ya
intuíamos que un espía no podía andar por la vida difundiendo su nombre: “Bond, James Bond”, pero hay ficciones
tan fascinantes que nos permiten tomar el engaño sin prejuicio alguno y con
legítima inocencia.
Algo
nos decía, insisto, que los espías verdaderos
o debían guardar sigilosamente sus señas personales o entrábamos sin solución
de continuidad en la imaginería de lo fantasioso.
Cuando
en la adolescencia topé con aquella novela de Vladimir Volkoff, “El Montaje”, comprendí de algún
modo lo que ya sabía: un espía sirve realmente para una sola misión, máxime en
aquel contexto de guerra fría y mucho más ahora en que la información corre
vertiginosamente y está a solicitud de cualquiera, incluso de los niños.
Pero
lo que trae a cuento esta entrada es el ofrecimiento por parte de una empresa
local para ser espía eventualmente. La empresa propone a quien lo quisiere
hacer tareas de “mystery shopper” que
no es otra cosa que “cliente misterioso”,
“cliente incógnito” o “cliente fantasma”…
A
uno le encomiendan ir a un negocio y adquirir o hacer que va a adquirir algo y
hasta puede ponerse en exigente, en cliente pesado e inconformista pero
registrando todo, especialmente con secreta cámara.
Esta
información sería útil para dueños de empresas, gerentes de personal, analistas
de mercado y ¿por qué no? competidores.
En
fin, no es el gran espionaje pero alguno puede sentirse seducido. Además, las
empresas que se dedican a esto se ahorran el costo de un verdadero espía ya sea
principiante o venido a menos, no creo que alguien que sueñe con las hazañas de
Mata Hari se sienta completo
vocacionalmente haciendo que compra corbatas o ropa interior femenina…
No obstante, si investigan la cosa a nivel local tiene su “vuelta de rosca”: aquí hay que comprar
tu propio equipo si quieres ser parte del proyecto. ¡Ahí estaba la madre del borrego! Esa típica picardía
proverbial de este terruño. Intuyo que todo es una mascarada para venderte la
camarita, pues si no les compras camarita y algún que otro menester no puedes
participar de las “posibles” pingues ganancias del nuevo espionaje…
En
este sentido sería como si el armero de servicio mayor Boothroyd, quien muestra a Bond
todos los enceres de última generación que podrá utilizar para su próxima misión
incluyendo el súper-auto, le cobrara por los mismos: “Mire Sr. Bond, aquí tiene su nuevo auto con cohetes defensivos y
sistema submarino pero se lo iremos descontando de sus próximos tres sueldos.
Aquí tiene también el último encendedor que en realidad es un potente
explosivo, si lo quiere, puede adquirirlo con tarjeta de crédito y en cómodas
cuotas…”
En
fin, espías eran los de antes…
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