Leo
a Hebe Uhart en “El juego de cartas”:
“Mi papá me enseñó. Me
mostró un hombre con el pelo largo, con medias coloradas que cubrían unas
piernas más bien gordas y que llevaba zapatos negros con hebillas.
-Esta es la sota- me dijo.
Por empezar, el juego se
llamaba escoba y no había nada en él que tuviera que ver con una escoba; la
carta representaba a un hombre y el hombre se llamaba sota.
Mi papá añadió:
-La sota vale 8, aunque
arriba diga 10. Había un hombre que se llamaba Sota, que tenía un 10 arriba
pero ese 10 valía 8 (…) Cuando llevaba el palo, un palo gordo y lleno de hojitas,
al principio me produjo cierta desconfianza; después vi que no tenía ninguna
actitud ni gesto airado, más bien llevaba el palo como una carga, con una
especie de resignación…”
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