lunes, 23 de junio de 2014

No suelen ser las cosas como dicen que son…

   Leo a Hebe Uhart en “El juego de cartas”:

 “Mi papá me enseñó. Me mostró un hombre con el pelo largo, con medias coloradas que cubrían unas piernas más bien gordas y que llevaba zapatos negros con hebillas.
-Esta es la sota- me dijo.
Por empezar, el juego se llamaba escoba y no había nada en él que tuviera que ver con una escoba; la carta representaba a un hombre y el hombre se llamaba sota.
Mi papá añadió:
-La sota vale 8, aunque arriba diga 10. Había un hombre que se llamaba Sota, que tenía un 10 arriba pero ese 10 valía 8 (…) Cuando llevaba el palo, un palo gordo y lleno de hojitas, al principio me produjo cierta desconfianza; después vi que no tenía ninguna actitud ni gesto airado, más bien llevaba el palo como una carga, con una especie de resignación…”



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