Bueno, parece que se nos dio por recordar a quienes supieron cultivar el arte de estar tristes…
Y si hay alguien que supo lo que es la tristeza, ese alguien fue Miguel Hernández, un verdadero “perito en lunas” un escritor de “romancero de ausencias”…
Yo sé que ver y oír a un triste enfada
Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
cuando se viene y va de la alegría,
como un mar meridiano a una bahía
esquiva, cejijunta y desolada.
Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía
que sufrir, el rigor de esta agonía
de andar de este cuchillo a aquella espada.
Me callaré, me apartaré si puedo
con mi constante pena, instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.
Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena:
adiós, amor, adiós, hasta la muerte.
cuando se viene y va de la alegría,
como un mar meridiano a una bahía
esquiva, cejijunta y desolada.
Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía
que sufrir, el rigor de esta agonía
de andar de este cuchillo a aquella espada.
Me callaré, me apartaré si puedo
con mi constante pena, instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.
Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena:
adiós, amor, adiós, hasta la muerte.
Miguel Hernández
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