miércoles, 19 de septiembre de 2012

Filtros de amor y afrodisíacos milagrosos…



Rogelio de Egusquiza, La muerte de Tristán e Isolda 

   Sesos de ternera, rabo de lobo, huesos de serpiente, plumas de búho y como condimento optativo, algún fragmentillo de los restos mortales de un ser humano…

   Eran estos los ingredientes de la receta de un filtro de amor de la antigua Grecia, una vez que se había probado sin efecto el andar de paseo con la ubre de una hiena prendida del brazo izquierdo.

    Los filtros de amor, los manjares o no tan manjares afrodisíacos, la ilusión de dar con la fórmula de una bebida, una comida o, al menos un menjunje, que provocara en el otro un amor infalible, ha sido el anhelo de gran parte de la humanidad.

   Lejos de amedrentarnos la desventura de Tristán e Iseo, lo único que hace es aguijonear nuestro entusiasmo  y nuestra esperanza de aplicar el elixir con mejor suerte que en aquella historia. No olvidemos que, sea como sea, la pobre Iseo se ve enamorada irremediablemente del asesino de su tío…

  Los romanos también tienen sus antecedentes: la creencia popular es que el gran poeta Lucrecio enloqueció y malogró su vida por culpa de una de estas bebidas y acaso, el historiador Suetonio dispensa la locura de Calígula argumentando en su favor que su mujer le suministrara fuertes filtros con la esperanza de conservar su amor.

 Dicen que el padre de la medicina, Hipócrates, recomendaba los pasteles hechos con miel y leche de burra.

    Pero, sin duda,  la Edad Media fue el gran momento de los elixires de amor con esos recetarios que incluyen flores y hierbas que, para obtener mejores resultados, debían recogerse la víspera de San Juan.

   Oriente no se quedó atrás y podríamos mencionar el codiciado polvo de cuerno de rinoceronte como así también esa especie de sopa de nido de ave, preparada con la sustancia que segregan las golondrinas para hacer sus nidos…

  Cierta falta de fe nos hace dudar de las propiedades de estos preparados, pero siendo sinceros es una duda injustificada, al fin y al cabo nunca hemos probado estas cosas…


   Entusiastas lectores, les dejo el desafío…



El amor es una cosa esplendorosa by José Carreras on Grooveshark

3 comentarios:

  1. En mi historia personal, ningún elixir fue tan efectivo como una buena milanesa a la napolitana...un poco más mundano pero efectivo manjar para el que sería mi futuro marido =)

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  2. Es que en realidad creo que lo importante es la efectividad. Verdaderamente una buena milanesa a la napolitana en el momento justo podría resultar infalible...
    Algo me dice que los antiguos brebajes fallarían porque el sabor (y el amor) son imprescindibles...

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  3. Desde la flecha de Cupido hasta cualquier menjunje chino, la mitología parece indicar que el deseo siempre es algo impuesto. Algo de razón tendrá... Es que para que algo se imponga debe haber un lugar donde ponerlo y, a riesgo de tornarme pornográfico o cursi-poético, todos nacemos con un hueco en el estómago.

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