Hace un par de días, el mundo del ajedrez se conmocionaba con el triunfo de Firouzja por sobre el glorioso Carlsen.
La polémica no es por el
triunfo, los grandes son grandes porque también son vencibles, sino porque su
contrincante, coronó un peón y en vez de convertirlo en Dama, lo hizo por un Caballo.
En vez de hacerse de la figura
más poderosa, eligió una de poderes más limitados, el Caballo, esa figura del
antiquísimo ajedrez que da saltos oblicuos en dos formatos complejos.
Parecía pura
insensatez...
Pero fue la decisión
correcta.
No siempre el o la más
fuerte es lo que se necesita para la victoria.
Un aprendizaje, detrás de, o
por una partida enemplar.
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