Nunca resultó bien eso de vender el alma al Diablo. Por más que Goethe o Casona hayan intentado imaginar que el amor todo lo puede, lo
cierto es que lo de ellos es un artilugio literario, no real. Las
transacciones con el Diablo han terminado todas mal.
Y por estas tierras, no pocos personajes de la farándula, tienen graves
problemas de salud que, en no pocos casos también, les ha ocasionado la muerte
al permitir, en sus cuerpos, la realización de intervenciones con fines
estéticos. Médicos inescrupulosos, terapias inapropiadas y en el caso de Luna
y otros, materiales altamente insalubres.
Silvina era bella a todas luces, pero claramente algo le decía que debía serlo
aún más o más deseable según los parámetros mediáticos porque, a decir verdad,
a los comunes no nos agrada mucho que las mujeres se conviertan en monstruos
siliconados… Claro que no puedo dar fe de estadísticas. Lo cierto es que, en
estas tierras, la colonia artística tiene un costado débil: se recomiendan entre sí terapias, gurúes, sanadores, directores espirituales, sacerdotes y sacerdotisas, médicos y terapias
de todo tipo.
Dicen que alguien le dijo que la terapia era “de poco riesgo” lo que no significa “de ningún riesgo” y Silvina,
joven (no olvidemos que en la juventud uno cree en dos cosas que apenas
existen: la fama y la inmortalidad), supuso que nada malo podría ocurrirle.
Permitió una estética con metacrilato,
que es algo muy nocivo de por sí. Además queremos creer que le colocaron en su cuerpo metacrilato y no todavía algo peor. Eso derivó en el daño a sus riñones y derivó en un problema de salud tras otro y
derivó en que a los 43 años esté muerta.
Era bella pero acaso, me repito, consideró que no lo suficiente. Era bella y joven y
justamente tal vez traicionó aquello por lo que logró la fama: la gente la amó
porque en un reality había aumentado
de peso y haciendo caso omiso de eso, se puso a bailar al borde de una piscina…
Luego, decidió otras estrategias para su fama. Exigencias del medio o
errores propios. Todos los cometemos, solo que la mayoría de los errores
humanos no deberían devenir en muerte.
¿El médico inescrupuloso? Hizo lo suyo acorde a su inescrupulosidad. Todos queremos ajusticiarlo. De
poco serviría. Siempre decimos que queremos justicia “para que esto no vuelva a
suceder”. Alivio inútil. Seguirá sucediendo. El médico inescrupuloso
seguramente estará a salvo legal porque cuando uno decide hacerse esas
intervenciones estéticas, en ese momento de inmortalidad-juventud-fama, firma
una infinidad de documentos desligando al doctor de cualquier deriva legal, la
que fuera.
Los viejos documentos fantásticos de venta del alma al Diablo tenían una sola página
y se firmaban con sangre. Generalmente, el Diablo “devolvía”
la fortuna o la juventud a cambio del alma.
En estos nuevos documentos reales, se firman folios y folios. Te otorgan belleza
y juventud a cambio no del alma sino de la vida…
https://www.infobae.com/teleshow/2023/08/31/murio-silvina-luna-a-los-43-anos/
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