Alguien dejó el cuaderno de un niño en mi cesto de basura. Estas son las
imágenes, si aparecen en ellas una mano, es mi mano. Alguien lo dejó apoyado
allí. Me pregunto por qué alguien podría dejar abandonado el cuaderno de un
niño, de una niña. Creo que no lo ha olvidado. Ciertamente, yo una vez que fui
a buscar a mis hijos al colegio, los subí al auto y me dejé, no un cuaderno
sino toda la mochila de uno de ellos en medio de la vereda. Volví en seguida.
Allí estaba sola la mochila. Pero este no es el caso. Alguien no quiso tirar el
cuaderno en una bolsa, no lo arrojó al mar, no lo rompió en mil pedazos, no lo
dejó arrumbado en un cajón por años y años, lo dejó en el cesto de una casa
cualquiera, en este caso, la mía. Se me ocurren una infinidad de causas e
historias posibles, pero todas son muy tristes. Creo que debo dejarlo allí, en
realidad saldría a los gritos calle por calle a preguntar por su dueño, pero no
tengo ese coraje. Voy a dejarlo allí, que cumpla el destino de abandono que
dispuso quien lo ha abandonado. Dejaré que el tiempo, el viento y la lluvia
hagan lo suyo. Siempre hay una historia que nos aborda pero que no tenemos el
valor para modificar…
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