A veces sucede, andamos mirando
libros o ambulando una feria y vemos un puesto de viejos libros y revistas y
compramos una revista de décadas atrás. En estas tierras, esto que cuento,
sucedía ayer más que hoy ya que hoy, prácticamente no quedan lugares de
expendio de este tipo, creo que en la ciudad que habito hay un solo lugar así…
El infortunio económico nos deriva en grandes ausencias. Por supuesto que todo
se encuentra en la red, tanto una vieja revista como el instructivo para una
bomba casera…
Pero en la situación antedicha,
el deseo nos sorprende. ¿Por qué, andando por ahí nos vendrían ganas de
llevarnos esa vieja revista que está frente a los ojos?
Acaso porque, justamente frente
a los ojos, se nos devuelve algo del pasado que es como decir algo que hemos
perdido.
Vemos una vieja publicidad
(acaso de un producto que ya no existe), actrices e ídolos de ayer, noticias
con fotografías en blanco y negro con esa inocencia de que aquello, hoy tan
elemental, nos resultara por entonces fabuloso.
Pero lo más importante es lo
que esas imágenes y notas nos producen: el regreso al “sitio temporal amado”.
Quiero decir a ese momento en el que hoy podríamos recordar que habríamos sido
felices sin saberlo.
Compré sin pensar una revista “TV:
Guía” de la década del 70. ¿Por qué me habría llamado de una manera tan
especial ese objeto? Es que la “TV Guía”, era una imitación local del mismo
tipo de revista norteamericana con las características propias de la región. Se
trataba de un pequeño ejemplar de tirada semanal en donde el lector podía
encontrar la programación de los escasos cuatro o cinco canales televisivos que
teníamos por entonces. Además, la revista traía unas notas de espectáculos
locales y nacionales, cuya veracidad y actualidad hoy sospechamos pero entonces
no cuestionábamos. Tan lenta viajaba la información…
Lo que contiene de atrayente la
vieja “TV Guía” para alguien ingenuo de hoy y siempre, como es quien estas
líneas escribe, reside en que consigna día y hora exactas en la que uno mismo ha
visto hace décadas atrás un programa de televisión adorado (una serie, un dibujo infantil, una película…). La “TV Guía”
resulta por cierto como una brújula al pasado con rigor de exactitud. Miras la
programación de, por ejemplo, el 20 de octubre de 1974 y allí estás, otra vez,
en tu hogar de la infancia, merendando, con padre, madre, abuelos, abuelas,
hermanas, amigos de entonces…
Entonces uno comprende, por
qué, a veces siente el impulso irresistible de adquirir una vieja revista…
Como si la constatación
temporal precisa nos devolviera algo que no puede devolvernos…
O tal vez sí, de algún modo.
Yo tengo la colección de El Péndulo, en sus tres épocas y todas (creo) las revistas de ciencia ficción que se publicaron de manera comercial en Argentina en la década de 1980. No me recuerdan a mi infancia, porque no fue en esa década, pero sí las leí y las conservo como pequeños tesoros que a nadie más importan.
ResponderEliminarSaludos,
J.
El Péndulo, excelente revista!!! Y buena colección amigo José.
ResponderEliminarPor suerte están digitalizadas también, por lo que ahora son más accesibles.
ResponderEliminarHabría que hacer lo mismo con Humor Registrado
Saludos,
J.