Dice Robert Graves sobre Narciso:
“Al principio trató de abrazar y besar al
bello muchacho que veía ante él, pero pronto se reconoció a sí mismo y
permaneció embelesado contemplándose en el agua hora tras hora. ¿Cómo podía
soportar el hecho de poseer y no poseer al
mismo tiempo? La aflicción lo destruía, pero se regocijaba en su
tormento, pues por lo menos sabía que su otro yo le sería siempre fiel pasara
lo que pasase…”
¡Magnífico!
Personalmente
siempre pensé que el amador deseaba poseer al amado al punto de convertirse en
lo que ama. Pero no sucede en este caso…
Narciso quiere poseer a Narciso.
No
quiere dar ese salto esencial de comprender que ya es lo que está amando y
prefiere saltar al agua para tratar de atraparse. Como si fuese otro…
Luego
de la sorpresa de verse a sí mismo y no poder escapar a su propio
enamoramiento, se hunde en el tormento de desear ser el que no es para tratar
de poseer lo que sí es…
Lo
consuela poco el hecho de que puede ser fiel a sí mismo siempre, que podría
vivir así sin darse a nadie amándose para toda la vida sin traicionarse jamás…
Pero no
le alcanza con la fidelidad…
La
fidelidad, a veces, no es tan importante…
Un buen
puñal soluciona muchas cosas…
Al
menos, eso es lo que piensa Narciso…
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