Desde
el lapidario “traduttore traditore”,
siempre leí conceptos contrarios a los traductores, hasta que descubrí a Manguel.
Dijo Alberto
Manguel: “Un traductor es un lector
ideal porque tiene que leer mucho más allá de lo que el autor sabe que puso en
el texto. Un traductor es alguien capaz de anatomizar un texto y volver a
reconstruirlo sin las cicatrices visibles del monstruo de Frankenstein…”
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