En mi
imaginario, siempre pensé que María
Kodama era la única persona que le leía a Borges ya ciego.
Cuánto me
falta por aprender…
Leo una
entrevista a Alberto Manguel:
“–Usted
participó del ritual de leerle a Borges cuando estaba ciego ¿Qué aprendió
leyéndole?
–Borges se hacía leer textos no para
descubrirlos por primera vez sino para analizarlos. Cuando quedó ciego, decidió
no escribir más prosa porque decía que para escribir prosa necesitaba “ver la
mano escribir”. Pero después de un tiempo, se le ocurrieron varios cuentos (que
constituirían El informe de Brodie ) y antes de empezar a redactarlos, como
buen artesano, quiso estudiar cómo los grandes cuentistas que él admiraba
habían construido sus relatos. El elegía un cuento (de Kipling, por ejemplo) y
yo empezaba a leérselo, pero al cabo de unas pocas líneas me interrumpía para
hacer un comentario sobre el estilo, la estructura, el ritmo. Hacía los
comentarios para sí mismo, pero claro, yo aprendía escuchándolo.”
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