Desde las últimas décadas del siglo XX hasta hoy y acaso hoy más que ayer, se publican los clásicos de la literatura infantil y juvenil a la manera de adaptaciones.
Todas ellas en ediciones coloridas y atrayentes.
Sé que muchos las recomiendan como un método eficaz de formar y seducir futuros lectores.
Pero preferiría que los pequeños futuros lectores accedan a las obras originales y, si todavía no están listos para esos originales lo estarán para otros más simples.
En tanto pueden intuir, soñar, desear crecer para entender esos libros que, por lo pronto, les parecerán fascinantes e incomprensibles.
Dejen ya de hacer adaptaciones.
Las hay tantas que ya se cree que son las obras originales.
Conozco un número considerable de personas que llegaron a la adultez sin darse cuenta de que jamás habían leído verdaderamente Alicia en el país de las maravillas o Los viajes de Gulliver.
El comentario viene a cuento porque un importante diario argentino lanza por “enésima” vez otra “hermosa colección de Grandes Clásicos Ilustrados para Chicos”.
La idea de la publicidad apunta a que los padres compartan esa lectura. Y ahí está el error. Los padres eran, hace tiempo, los que tenían en mano la obra original tal cual el autor la había hecho nacer y se la contaban a sus hijos. Los antiguos adaptadores de obras eran los padres…esa era la magia.
Después uno crecía y tomaba el libro por sí mismo y lo leía solo y la maravilla era por partida doble, porque se reconocía la voz del que nos lo había leído y porque se descubría el esfuerzo amoroso que se había hecho para ponerlo a nuestra altura.
No obstante, no dejan de surgir aquí y allá adaptaciones que no hacen más que alejarse de los espíritus originales de grandes obras literarias.
Odio las adaptaciones, odio los "libros para chicos", siempre leímos las hitorias más terribles y nunca no hizo daño que la vendedora de fósforos se muriera congelada, que a Hansel y Gretel su padre los abandonara en el bosque o que a la abuela se la morfe el lobo y después saliera enterita...o no...Nuestros libros tenían apenas 2 o 3 dibujos y en blanco y negro, por suerte para nuestra imaginación generalmente eran de excelentes dibujantes que nos dejaban algunos lugares para imaginar.
ResponderEliminarEstoy de su lado Doctor, un Bu!! muy grande a las adaptaciones
Le estoy leyendo El Hobbit a Tobías... es una experiencia incomparable. Todas las noches, él abre el libro, señala el mapa y pregunta "¿por donde vamos?", "¿Qué le pasa a Bombur?", "¿Por qué Bilbo está solo?", "¿A dónde se fue Gandalf?"
ResponderEliminar