Hace tiempo, existían verdades cotidianas indiscutibles, diriamos “sacrosantas”: andar desabrigado en invierno produce gripe, meterse al mar haciendo la digestión es una práctica mortal, no comer durante horas puede ser peligroso y etcéteras.
Entre los etcéteras estaban las
bondades totales y absolutas de beber leche a lo largo y ancho de la vida.
Hoy todas esas “verdades” fueron
refutadas, y una vez refutadas, fueron refutadas las refutaciones. Así que cada
tanto, nos aparecen voces en favor de la leche y voces en contra. De la leche
como de cualquier otro alimento…
Haciendo un simple ejercicio,
podemos leer en la red a primeras pruebas: “Los
investigadores de Harvard señalan que el alto consumo puede incrementar el
riesgo de padecer cáncer de próstata y de ovario. Además, afirman que el
consumo diario de productos lácteos aumenta los niveles de grasas saturadas y
de vitamina A, lo que hace que los huesos se debiliten…”
Por otro lado, uno de los diarios
más leídos de estas tierras, acaso el que más, pone una nota hoy mismo a todo tamaño
diciendo que, ahora sí, se dieron cuenta de todo lo contrario de lo que
acabamos de decir más arriba: “La
leche es un alimento natural, rico y nutritivo, fundamental en una alimentación
saludable y para seguir un estilo de vida activo. No importa la edad, existen
muchas razones para tomar leche…”
Y si nos ponemos suspicaces, seguramente
encontraremos en el mismo portal de noticias, notas con “incuestionables” pruebas
opuestas de lo que hoy acaban de publicar.
Tal vez, debemos ir asumiendo que todas
las consideraciones alimentarias no son más que un nuevo género de ficción…
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