No son pocos sino cada vez más, los espectadores que dicen: “Me gustan las películas basadas en hechos reales", hasta algunos afirman de modo contundente: “Solo me gustan las películas basadas en hechos reales”.
Podríamos aventurar también, sin
miedo a equivocarnos, que la mayoría de esos amantes de “Basada en hechos reales”, no están leyendo correctamente la frase,
sino que están entendiendo: “Estos fueron
los hechos reales”, de ahí que disfruten del cine con un plus superlativo
de fe en referencia absoluta a lo que ha sucedido en la realidad.
Claro que, si alguien de esos se
tomase el trabajo de cotejar referencias históricas serias, documentación
académica, relatos fehacientes, vería qué tan lejos de lo cierto está todo lo
que están tomando como cierto: imprecisiones diversas, cambios de situaciones,
reposiciones históricas muy improbables, personajes trastocados, vestuarios y
materiales fuera de contexto, en fin… Si tomamos a modo de prueba el cine bélico,
hoy podríamos decir que existen unas pocas escenas de dos, o a lo sumo tres, películas
que se aproximan a algo cierto. Hace poco se realizó, en estas tierras, la
experiencia de preguntar a los jóvenes amantes del cine bélico qué país ganó la
guerra de Vietnam, y no dudaron en afirmar que EE.UU. Las biopic y
los films que nos muestran las vidas de personajes importantes, son también
otro ejemplo. ¿Alguien cree de verdad que Marilyn Monroe es la Marylin
de Ana de Armas (2022) o que el “conde” Almásy es el sujeto de “El paciente inglés” (1996) o que Barrie,
creador de “Peter Pan” es el
que personifica Johnny Depp en “Descubriendo
Nunca Jamás” (2004) o que Pochaontas
(1995), es la de Disney?
Todos films maravillosos sin dudas
y no abundamos en ejemplos porque la lista es tan larga que parece infinita.
No obstante, la fórmula mágica “Basada en hechos reales”, funciona a la
perfección.
Alguna vez dijo Ítalo Calvino:
“No hay lenguaje sin engaño…”
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