Y sigo leyendo a Fernando García:
“Las caderas no resisten el estándar del calce perfecto, la cola se cae
como en un desprendimiento moroso (esos glúteos que vencen como médanos sin
afirmar) y las piernas acompañan con pantorrillas fuera de línea y muslos de
matrona. La “Venus” de Hayez, bastante más robusta que la de Botticelli,
emergiendo de la espuma marina, no resistiría el juicio del presente, que no
sólo ha dispuesto un arsenal estético-farmacológico en servicio del estándar
occidental de belleza sino que ha perfeccionado lo que llamábamos pentimento
(arrepentimiento, en la pintura clásica) y retoque (en el siglo de la
fotografía), en lo que llamamos “fotoshopear”, a falta de una traducción
posible para el argot del software que desde los años 90 ha cambiado nuestra
forma de mirar.”
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