sábado, 7 de marzo de 2015

Drácula como un invasor de tipo colonial…



 Siempre hay que ser duro contra el invasor.

 Durísimo, no sólo hay que vencerlo, hay que desprestigiarlo.

 Desprestigiar al adversario (que no significa subestimarlo) es la primera estrategia del combate.

 El crítico y poeta Ariel Schettini nos recuerda que Drácula, según el clásico de Stoker, compra numerosas propiedades en Londres y sus alrededores. Se va a trasladar allí, a su “nueva patria”.  En su extraña eternidad ha aprendido el idioma y pule el acento durante las espantosas noches junto a Harker.

 Y concluye Schettini con mucha razón:


“Que un inglés se apropie del territorio del mundo es la norma. Pero que venga uno de ¿Hungría? ¿Rumania? ¿Dónde quedan los Cárpatos? Y que quiera apropiarse de lujo de Inglaterra, sólo tiene que ser un chupasangre.”  





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