En la
entrada anterior consignábamos que Sasha,
siguiendo los consejos de su agente comercial se dedica a la literatura.
No le
dijo “reproduzca sus capitales
dedicándose a la compra-venta de automóviles”, “construya inmuebles baratos y véndalos caros”, “done todo a ‘médicos sin fronteras’”,
no, no, no, nada de eso, le dijo “ahí
tiene la Literatura, escríbase algo que unos miles y acaso millones se lo van a
poner a leer”…
Y se
dedicó a la Literatura nomás…
Pero
podíamos esperar una sorpresa, al menos yo, ingenuo de mí, la esperaba. Que
escriba una obra sin un sesgo de lo que todos imaginarían, sin sexo, sin
erotismo o sin entrar en la “porno-lit”.
No se
pretendía que escriba los siete tomos de “En busca del tiempo perdido”,
ni “La
guerra y la paz” del siglo XXI, no, con una historia bella y
redondita como “Seda” de Baricco
bastaba, o una pequeña joyita genial como aquella ya olvidada “Ceremonia
secreta” de nuestro Marco
Denevi, hubiera sido fantástico.
Pero,
no, adivinamos todos, se dedicó a la literatura erótica de alto voltaje.
Y usted
otra vez, con razón me puede decir: “Pero
hombre ¿qué esperaba?”
Es
cierto, tuve esperanzas ingenuas, esperaba una sorpresa. La disculpamos, al fin y al cabo los
viejos soldados también sólo saben hablar de sus viejas batallas…
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