Recomendable
para el puñado de entusiastas seguidores de este blog es el libro de Alexander
Pechmann: “La biblioteca de los
libros perdidos”.
Es que
¡vamos! no todos las bibliotecas fueron incendiadas por los bárbaros…
Ladrones
ocasionales, incendios, olvidos, peleas matrimoniales entre otras vicisitudes
acabaron con obras que jamás podremos leer y, la más terrible de las causas,
aquellos escritores que quisieron destruir sus propias obras y lo lograron!
Como muestra
comento que el libro de Pechman recuerda a Balzac quemando un
manuscrito sólo para fastidiar a su mezquino editor; a James Joyce arrojando
al fuego de la chimenea las dos mil páginas de “Stephen Hero”, autobiografía que narraba el ahogo de su
infancia y adolescencia bajo una moral conservadora (su futura esposa, Nora
Barnacle, consiguió rescatar trescientas páginas del fuego, a partir de las
cuales Joyce reescribió una versión abreviada que dio a conocer bajo el
título “Retrato de un artista
adolescente”); a Melville vendiendo sus manuscritos por diez
céntimos la libra a un fabricante de cajas de viaje de Massachusetts
para forrar sus interiores; a los herederos de Lord Byron, destruyendo
originales de sus memorias por temor a que revelaran escandalosas
intimidades de la aristocracia inglesa; al cuñadito de Laurence Sterne, quemando una abultada colección de cartas de
amor de importantes damas de la sociedad…¡etc.!
Libros,
bosquejos de libros, cartas, memorias, obras destruidas, desaparecidas y obras
nunca escritas… “La biblioteca de los
libros perdidos”…
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