miércoles, 3 de octubre de 2012

Facturas, panaderos anarcos y venganzas solapadas…



Dibujo de Natalino Formiga


  Me encantan las venganzas solapadas o los contraataques inútiles, me gustan las respuestas bélicas asimétricas.

  Siempre me fascinó esa anécdota del tipo que encuentra a su mujer con su mejor amigo, en su propia cama y en tal desenfado amoroso que hacen caso omiso del marido presente y el tipo, el engañado, no atina a otra cosa más que a orinarles los zapatos y marcharse.

   Admiro al que dispara una flecha contra un bombardero.

   Me saco el sombrero por aquel que va a nado con el puñal en la boca para enfrentar a un destructor transatlántico…

  Algo así fueron nuestros panaderos-pasteleros de fines del siglo XIX y principios del XX.

  El anarquista italiano Ettore Mattei,  creó en 1887 la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.

  Eran panaderos, hacían panes y facturas (en Argentina se llama factura a una variedad de masas dulces elaboradas a base de harina y manteca).

  Y, si bien no pudieron cambiar el mundo, bautizaron con ironía las “facturas” a modo de resistencia y sutil venganza contra el clero, los militares, la policía y las doctrinas imperantes del momento.

   Es por eso que hasta el día de hoy pedimos para el domingo a la tarde: vigilantes, libritos, sacramentos, bombas, cañoncitos y bolas de fraile (algunos dicen de éstas que comenzaron con el nombre de “borlas”, pero nadie se opuso al cambio o a su otra versión: suspiro de monja).

  Mi copa en alto por los panaderos anarquistas de Argentina, por los degustadores de las “facturas” y por todos aquellos que siguen luchando a pesar de estar ya derrotados…

"Bolas de fraile"...

"Bombas"

"Libritos"

"Vigilantes"

"Cañoncitos"

"Sacramentos"



2 comentarios:

  1. Anécdota personal: una vez pasé mucha vergüenza en una panadería, pedí facturas y faltaban 2 para la docena. La joda es que la panadería estaba en frente de la seccional de tucumán entre garay y castelli y tenía dos canas parados al lado de la caja, charlando con el panadero. Resultado de la historia: la chica que me atendía me pregunta: "faltan dos, ¿qué te agrego?" y yo contesté en voz baja "2 vigilantes" y los muy turros de los canas se hicieron los cancheros y se arreglaron el cuello de la camisa y se me rieron diciendo "bueno...vamos..."
    Mis cachetes cobraron un tono bermello que no se volvió a repetir.

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  2. ¡Terribles los "vigilantes"! ¿Tendrán una actitud parecida los frailes cuando una chica compra "bolas de fraile"?

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