lunes, 26 de diciembre de 2011

Fellini y las citas que fallan…

  
     Los síntomas de “la genialidad” se pueden apreciar en cómo las personas geniales asumen la realidad de manera diferente a la del resto del mundo.

   La respuesta esperada no suele ser justamente “la esperada” sino la contraria y lo que consagra dicha genialidad es que esa respuesta fuera de lo común es sincera y no una postura para lograr réditos de fama.

   Hace poco pude volver a ver una entrevista a Federico Fellini. El entrevistador le preguntaba qué hacía en sus ratos libres y él respondió que el tiempo libre se le iba atendiendo abogados, contadores y demandas judiciales de todo tipo.

   Si algo quedaba de todo eso, se lo arruinaban algunos incómodos quehaceres impostergables como visitar al odontólogo.

   Pero, que por ello mismo, adoraba que lleguen tarde a sus citas. Le hacía inmensamente bien ese tiempo de espera en que la otra persona no venía... Fellini decía, en esa entrevista, que era como un verdadero tiempo libre, un tiempo en el que debía estar haciendo otra cosa  pero que, sin ser su culpa, quedaba realmente en libertad. Decía, además, que le recordaba mucho a su infancia escolar cuando de pronto faltaba el profesor de matemáticas y todos se sentían con una amplitud y energía especiales.

    Y que, por supuesto, si lo dejaban definitivamente plantado le parecía mucho mejor.

    Finalmente, se dirigía al entrevistador de la siguiente manera: “Te pido que si alguna vez tienes una cita conmigo, no vengas”.

   Se me ocurre que también es para Federico Fellini este verso de Rafael Alberti: “En la mano, mi sombrero”.

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