Nos dicen
las noticias que un joven soldado norteamericano, Travis King, destinado
en Corea del Sur, se pasó alegremente hacia Corea del Norte.
No tardan
los noticiarios en decirnos que se trata de un muchacho algo díscolo: estuvo y
estaba y está, castigado por tomar a golpes a un conocido que se había negado a
beber con él. Exceso de afectividad amical dirían en estas tierras (supongo que
ese episodio es imposible en nuestro territorio ya que no hay por aquí quien se
niegue a ese tipo de invitaciones, tan latinos que somos...).
El caso
es que lo llevaban de regreso a Texas y, en el transcurso, parece que se
excusó de algún olvido, lo dejaron ir, se tomó un bus que usan los turistas a
los que les encanta meterse en “zona caliente” (actitud similar a la de meterse
en un submarino para ver los restos de un barco hundido). Y allí, en esa “hermosa”
parada turística, se salió del grupo y se fue corriendo sin más a la otra Corea.
Testigos
dicen que iba a las carcajadas. Es probable que este detalle sea una mentira,
pero es probable que no. Valdría pensar por qué reiría el joven Travis.
Podríamos arriesgar que reía porque es un inimputable, un loquillo, pero
también podríamos decir que lo hacía porque se estaba mofando de la consideración
de “zona caliente” sabiendo a las claras que allí no pasaría absolutamente nada y que podría cruzar
la frontera sin peligro, como bien lo hizo. También cabría pensar que reía porque
tenía en cuenta que estaba dejando atrás lo que realmente lo hacía infeliz.
Todo puede ser...
Pero
leyendo o viendo noticias nos enteramos de otras cosas dignas de considerar. El
periodismo con tal de "iluminar" la realidad, nos anoticia finalmente de lo que
no quiere anoticiarnos. Y es que esto no es la primera vez que pasa. Aparecen
otros nombres que a lo largo del tiempo y en el mismo escenario beligerante
hicieron lo mismo: un sargento llamado Charles Robert Jenkins, un
tal James Dresnok y luego vemos que hay casi una docena más...
También
nos enteramos por este exceso periodístico que, en esos casos, todos fueron
devueltos con todas sus partes en su lugar. Pude leer también lo siguiente: “...en
los años ´60 algunos militares norteamericanos desertores hicieron el papel de
villanos capitalistas en películas de propaganda...”
Algunos
le auguran a Travis un digno futuro de profesor de Inglés en esas
tierras enemigas...
Sea como
sea, el joven Travis nos demuestra que las zonas de felicidad son
siempre subjetivas...
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