El baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts (1943-2021), era un amante del jazz. Si no recuerdo mal, solía decir que le gustaba mucho más el jazz que el rock, pero bueno, la vida lo había llevado a ser una estrella de un género musical que amaba menos que otro...
No es
raro entonces que con sus posibilidades económicas y su gusto privilegiado
tuviera una biblioteca importante de primeras ediciones e hitos del mundo del
jazz, como así también esos objetos culturales en papel que hacen a la cosa: ejemplares firmados, dedicatorias, escritos de grandes músicos del género,
partituras firmadas, fotografías con autógrafos y dedicatorias y etc.
Pero, la
historia es tan previsible que una vez muerto Watts, todo va a subasta.
Al, fin y al cabo, corre mejor suerte que las colecciones de los comunes cuyas
pasiones como las historietas (tebeos), las figuritas (cromos) , las
estampillas o las marquillas de cigarrillos terminan en la basura...
Por
alguna razón me resulta que subastar, aunque sea a buen precio, la biblioteca
de Charlie es como tirarla a la basura...
Pero son
las reglas del juego de lo que hacen con las cosas una vez que mueres...
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