Desde hace un tiempo oímos el lamento de los fanáticos de Hit & Run. Netlix haciendo caso omiso de si es o no la serie más vista del mundo, le bajó el pulgar y luego de una primera temporada deja las cosas allí: “Señoras y Señores, la comedia terminó”…
Seguramente, nos sentimos muy atraídos por estos formatos de historias en series cuyas temporadas nos envían de un tirón. Hemos hablado en este espacio sobre esta modalidad y de sus conveniencias e inconvenientes. No obstante, y pese a resultar antipático, me parece bien. Sí, toda finalización me parece bien incluso sabiendo que la decisión ha nacido por cuestiones ajenas al objetivo de los "inventores de historias" sino a razones de presupuesto. Sea como fuere, en los tiempos que corren de sagas y nuevas sagas y narrativas innecesariamente extensas, todo final es una bendición...
Las series de temporadas eternas y perdurables no hacen más que decepcionarnos. Año tras año manteniéndonos en vilo de manera casi irreverente, con extensiones algo forzadas y “timonazos” argumentales arbitrarios que saturan.
Siempre se prefiere una buena historia breve, siempre pero siempre preferimos el deseo que el hartazgo.
El deseo, aún en lo inconcluso, tiene algo misterioso, prometedor, huele a paraísos; los hartazgos entristecen, nos arrostran las formas posibles del infierno...
Detesto el fenómenos de las series, más que nada porque muchas de ellas ni siquiera saben cómo contar una historia y lo único que les interesa es mantener al espectador allí, mirándolas. Es el efecto lost. Muy pocas cosas se salva en un mar de indiferencia.
ResponderEliminarY entre las que se salvan no se encuentra, nunca, las que más atención reciben. Un ejemplo clásico ya, Games of trhones.
Saludos,
J.
Sin duda Lost ha sido el paradigma de las decepciones por su desenlace.
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